Fachada de la exposición. Septiembre 2018
Vista de exposición.
FWD. 2016 - 2018. Dimensiones variables. Molde original de la cueva de Chauvet positivado en silicona y fibra de vidrio sobre acero galvanizado.
Vista de exposición.
Gowanus. 2018. 25 x 35 x 7 cm. Impresión ultravioleta sobre bloque de aluminio.
Gowanus. 2018. 50 x 70 cm. Impresión ultravioleta sobre bloque de aluminio.
Pahoehoe. 2018. 155 x 228 x 5 cm. Impresión de tintas pigmentadas y marco de aluminio anodizado.
Muscle Memory. 2016 - 2018. Dimensiones variables. Cojín de motocicleta seriado y modificado. Aleación de espuma metálica, medidas variables.
Muscle Memory. 2016 - 2018. Dimensiones variables. Cojín de motocicleta seriado y modificado. Aleación de espuma metálica, medidas variables.
Muscle Memory. 2016 - 2018. Dimensiones variables. Cojín de motocicleta seriado y modificado. Aleación de espuma metálica, medidas variables.
Sin título. 2018. Dimensiones variables. Vídeo monocanal sin sonido, 18 min en loop.
Pahoehoe. 2018. 155 x 228 x 5 cm. Impresión de tintas pigmentadas y marco de aluminio anodizado.
Strange Stranger. 2018. Dimensiones variables. Colector de motor de acero inoxidable modificado.
Strange Stranger. 2018. Dimensiones variables. Colector de motor de acero inoxidable modificado.
Información
“El ADN de un castor no termina de expresarse en la punta de sus bigotes, sino en el borde de su dique,” escribe el teórico y ecologista Timothy Morton. ¿Y si la física entrópica se desliza entre humanos y objetos por pura inercia? ¿Y si el colector de un coche -la pieza que conduce el humo desde sus tripas hacia el escape- como diseño de ingeniería debe su naturaleza a un orden orgánico impreso en las entrañas de su creador? ¿Cuál es la relación entre una glotis y un meandro, entre una ciudad y un charco?
En el contexto de esta segunda exposición de Carlos Irijalba en la galeria, lo endótico apunta a las interrelaciones del ser humano con su entorno. No existe diferencia entre ser humano y naturaleza, entre el adentro y el afuera. El lenguaje nos separa pero lo exótico está dentro de nosotros mismos.
Como los objetos y estructuras que producimos, también nuestra constitución, en tanto que mamíferos pluricelulares, está formada una parte importante de carbono. Estos objetos traen consigo diseños biológicos que podemos interpretar como una secreción que no siempre es consciente, un rastro informe, fluido, abierto a una evolución imprevisible. El material genético se duplica y muta no sólo a nivel biológico, pues lo hace también en las estrategias y en las herramientas con las que, conscientemente, damos forma a nuestro paisaje.
Estas dinámicas paralelas no son obvias; suceden a ritmos y escalas diferentes. Esta exposición destaca la convergencia de esas disonancias como medio para abordar los estados transitorios de la materia. Observamos los estados sólido, líquido, y gaseoso como relativos y sintomáticos de las interrelaciones heterogéneas entre lo tangible y lo intangible, lo fértil y lo estéril, y los límites difusos entre lo vivo y lo inerte.