Alejandro Garrido. Battersea. 2020. Fotografía.
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Inauguración el sábado 21 de noviembre 2020, hasta el 30 de enero 2021.
El fotógrafo Alejandro S. Garrido regresa a Madrid con The Platform, una serie en la que aborda el presente del desarrollo urbano en Londres, la ciudad en la que reside. El proyecto ha sido realizado gracias a la colaboración entre la Galería MPA y el Museo Patio Herreriano de Valladolid, donde ya ha sido mostrado en la exposición Ciudad y progreso que el centro dedicó a los últimos trabajos del artista y que pudo visitarse hasta el pasado mes de septiembre. Para esta ocasión, además, el autor ha preparado una serie titulada Business As Usual (1) en la que arroja una mirada sobre la llamada nueva normalidad y que ha sido instalada en la fachada de la galería.
Tras fotografiar el corazón financiero de Londres en la serie City of London (2018-19), el fotógrafo continúa con su labor observando el impacto del modelo económico sobre la forma urbana. En The Platform (2019-20), el autor documenta la transformación en la que se ha visto inmersa la capital británica tras la crisis financiera de 2008. Garrido compone una vista panorámica, a través de una selección de localizaciones estratégicas, de la situación actual de la ciudad. Estos lugares, aunque diseminados por el mapa, constituyen un único sistema urbano emergente. Por eso quizá resultan particularmente reveladores a la hora de explicar tanto la acelerada financiarización de la que es objeto la ciudad, como las implicaciones que este novedoso modo de crecimiento tiene en la vida de sus habitantes.
Las sesenta fotografías recopilan una docena de emplazamientos que se levantan sobre las ruinas de la urbe moderna. Lugares como el centro financiero de Canary Wharf que, erigido sobre los terrenos del antiguo puerto, no ha dejado de crecer desde que el gobierno de Margaret Thatcher impulsara su construcción; el barrio para young professionals e international students que sustituyó en Elephant & Castle al Heygate Estate, uno de los conjuntos de vivienda pública más grandes de la ciudad, demolido tras un largo proceso de degradación social y arquitectónica; o la icónica Estación Energética de Battersea que, convertida en un lujoso complejo de uso mixto, albergará las nuevas oficinas europeas de Apple.
Nacidos de un proceso de expulsión y borrado histórico, estos sitios dan cuenta de cómo el nuevo paradigma de crecimiento urbano se caracteriza por ignorar los elementos que tradicionalmente habían cohesionado el espacio público. Reducida a mera plataforma de extracción, la nueva metrópolis aparece como el subproducto del capital financiero fijándose en el territorio. Los nuevos desarrollos, acumulados por grandes grupos de inversión, permanecen vacíos la mayor parte del año. Mientras, a causa del constante incremento del precio de la vivienda, la población se ve obligada a residir cada vez más lejos de los centros de influencia. Como ha expuesto la socióloga urbana Saskia Sassen (2), la ciudad crece vaciándose.
Deslizando su atención del escenario urbano a los actores que lo pueblan, en Business As Usual (2020), Garrido ofrece una fisonomía del centro de Londres en el momento actual, durante la pandemia. Despojado de vecindad y libre de turistas, hoy confluyen en él tan sólo quienes tienen algo que hacer. Arrastrados por el tempo del capital, que hace difícil distinguir entre ocio, labor o consumo, al centro acuden principalmente los que no cuentan con la posibilidad de trabajar desde su casa. Si el distanciamiento social impone algún cambio, este no es inmediatamente visible en el centro de Londres. Aquí, individuos de diferentes orígenes y extracciones sociales recorren las grandes avenidas comerciales, irónicamente, con la misma distancia que la dinámica urbana siempre impuso entre ellos. Si como explica el antropólogo Manuel Delgado (3), el espacio público se define por el conjunto de prácticas y encuentros que alberga y recibe de sus protagonistas, podemos pensar que lo que los gobiernos llaman nueva normalidad no es más que el restablecimiento de un espacio, que hostil ante usos imprevistos, es restringido a pura productividad.
Nueva normalidad: un término cuyo uso, recuerda el artista, se popularizó en el mundo de las finanzas para describir el escenario surgido tras la crisis hipotecaria en Estados Unidos, cuando ya no era previsible un rendimiento comparable al del período anterior. Al definir una coyuntura de crisis severa como una «vuelta a la normalidad», se presentó implícitamente como excepcional aquello que había precedido al colapso. Frente al ciclo de ajustes en las políticas presupuestarias y al empobrecimiento masivo que de este se derivó, la retórica de la nueva normalidad ayudó a gobiernos e instituciones bancarias a dotar de un cariz de moderación técnica al conjunto de medidas económicas y políticas al que llamaron, no sin cierto grado de cinismo, Austeridad.
Mientras nuestros gobiernos oscilan entre el miedo al desplome de la economía y el temor a la fractura de la paz social, la nueva normalidad se presenta no solamente como un conjunto de restricciones dirigidas a proteger unos servicios sanitarios al límite de su capacidad, sino también, en un esfuerzo por evitar la quiebra económica, por la toma de decisiones de urgencia como la nacionalización de salarios o la inyección de capital en los sectores más debilitados de las industrias nacionales. El filósofo Alain Badiou (4) ha señalado con acierto cómo, al igual que en una situación bélica, para enfrentar la epidemia, los Estados se han visto obligados a hacer prevalecer el interés general por encima del de la clase dominante, suspendiendo el funcionamiento normal del capitalismo local para “ganar la guerra” preservando el orden social existente.
Aunque los datos demuestran lo contrario, se nos repite, apelando a la responsabilidad individual, que todos estamos en el mismo barco, que el virus no distingue entre clases, géneros o razas. Lo cierto es que la pandemia, como ha demostrado el geógrafo David Harvey (5), no ha hecho más que subrayar las desigualdades que cuarenta años de políticas neoliberales han exacerbado. Precisamente por ello, esta situación incierta y cambiante, de extremada excepcionalidad, no debería ser normalizada con tanto apremio. Aunque es difícil prever cuales serán las consecuencias de esta crisis o la profundidad y extensión de sus efectos en la sociedad venidera, de las preguntas que nos hagamos hoy dependerán las respuestas que logremos darnos en el futuro.
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(1) Expresión que en inglés se utiliza para señalar que las cosas continúan como siempre a pesar de una coyuntura cambiante o difícil.
(2) Saskia Sassen, The City: A Collective Good? Publicado en The Brown Journal of World Affairs, Spring/Summer 2017 · Volume XXIII, Issue II.
(3) Manuel Delgado, El espacio público como ideología, ed. La Catarata, 2014.
(4) Alain Badiou, Sur la situation épidémique (Sobre la situación epidémica). Publicado en castellano por lavoragine.net el 21 de marzo de 2020.
(5) David Harvey, Anti-Capitalist Politics in the Time of COVID-19. Publicado en jacobinmag.com el 20 de marzo de 2020. / Políticas anticapitalistas en tiempos de COVID-19 Publicado en castellano por ctxt.es el 25 de marzo de 2020.