Carlos Irijalba [Pamplona, 1979] reside actualmente en la Rijksakademie de Amsterdam 2013/14, se gradúa en la Universidad del País Vasco y UDK Berlín en 2004.
Galardonado con la Beca Guggenheim Bilbao de fotografia 2003 y la beca de Artes plásticas Marcelino Botin 2007/08 o el premio Purificacion Garcia 2009 y Generaciones 2009, entre otros. Ha expuesto recientemente en centros internacionales como el Herzliya Museum Israel o LMCC Nueva York.
El trabajo de Irijalba se basa en el principio de relevancia, el carácter necesario o superfluo de un objeto para coexistir en el mundo existente. La necesidad de ser selectivos y responsables de los objetos que secretamos, ya que a veces el silencio o el vacío es la mejor contribución. Desde esta posición, el trabajo se centra en la relación potencial del objeto, imagen o instalación para activar los lugares donde viven y reaccionar a un entorno existente utilizando la escala espacio-tiempo humana como medida para comprender el mundo. El trabajo reacciona a la experiencia relativa del tiempo, el espacio y la construcción ficticia del territorio. Aquí, el ritmo geológico, los ciclos naturales y los hechos por el hombre son cruciales para posicionar nuestra dimensión para mejorar la criticidad del momento actual.
En proyectos recientes como Skins (2015) o Muscle memory (2016), el ejercicio es exógeno a un sistema existente, si se aplica una metáfora fisiológica, su trabajo intenta actuar en una empresa o taller en particular como una enzima que afecta el resultado de un proceso digestivo. Cuando interviene en un taller especializado en réplicas geológicas, u otro que desarrolla tejido de espuma metálica, intenta reflejar su actividad para que el trabajo se vuelva consciente de sí mismo. En esencia, una destilación del yo de una dinámica industrial, a veces contra su propósito funcional, contra el grano, para liberar nuevos escombros y connotaciones.